Jesús mismo habló acerca de esto en Mateo 7:24-27… Lo que determina la resistencia de una estructura es su cimiento. Es el cimiento lo que sostiene y le da solidez a lo que se edifica encima. Jesús dijo: “el que oye mi palabra y la pone en práctica, es el hombre sabio que puso el fundamento sobre la roca”. Hay cimientos buenos y cimientos malos. La arena no es un buen cimiento porque se erosiona, cede con facilidad; no es estable. Así mismo hay personas que han puesto como cimiento de sus hogares las cosas inestables y perecederas de este mundo (1 Jn. 2:17). Los que edifican sobre cimientos débiles, no podrán sostenerse cuando soplen las tormentas de la vida.
Permítame insistir en este punto: No basta con venir a la iglesia. Ni siquiera basta con el hecho de ser cristianos. Conozco a muchos cristianos cuyos hogares no son sanos ni estables. Y la razón es sencilla: No han querido ajustar sus vidas, sus metas y sus prioridades a la Palabra de Dios. Son oidores, pero no hacedores de la Palabra. No están permitiendo que el Señor tome el control de sus hogares y de sus propias vidas. Y el Salmo 127 es bien claro en esto: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican… Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño.”
El texto es bien claro. De nada vale el trabajo de sol a sol, el esfuerzo humano, y la prosperidad económica lograda con miles de sacrificios, si Dios no está edificando la casa. He visto padres luchadores y trabajadores que con miles de sacrificios logran edificar sus hogares, pero desde el punto de vista material, social, incluso académico; pero sin el consejo de Dios, sin su bendición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario